domingo, 30 de junio de 2013

MÁS SOBRE LA ENTREVISTA PSICOLÓGICA


Durante la entrevista se pueden incrementar tanto su ansiedad como sus mecanismos defensivos, porque lo desconocido que enfrenta no es sólo la situación externa nueva, sino también el peligro de lo que desconoce en su propia personalidad. Si estos factores no se presentan, el lograr que aparezcan en una cierta medida en la entrevista forma parte de la función de motivar al entrevistado. En algunos casos la ansiedad se halla delgada o proyectada en otra persona, que es quien solicita la entrevista y manifiesta interés en que la misma se lleve a cabo.

La ansiedad del entrevistador es uno de los factores más difíciles de manejar, porque ella es el motor del interés en la investigación y del interés en penetrar en lo desconocido. Toda investigación requiere la presencia de ansiedad frente a lo desconocido, y el investigador tiene que poseer capacidad para tolerarla y poder instrumentarla sin lo cual se cierra la posibilidad de una investigación eficaz; esto último ocurre también cuando el investigador se ve abrumado por la ansiedad o recurre a mecanismos defensivos frente a la misma (racionalización, formalismos, etc.)


Frente a la ansiedad del entrevistado no se debe recurrir a ningún procedimiento que la disimule o reprima, sólo debe ser manejada comprendiendo los factores por los cuales aparece y operando según esa comprensión. La tarea del entrevistador es la de desarmar estas defensas para que aparezca cierto grado de ansiedad, lo que significa un índice de la posibilidad de actualización de los conflictos.

Todo este manejo técnico de la ansiedad tiene que ser hecho teniendo siempre en cuenta la personalidad del entrevistado y por sobre todo el beneficio que para él puede significar la movilización de la ansiedad, de tal manera que aún frente a situaciones muy claras no se debe ser activo si ello significa abrumar al entrevistado con conflictos que no podrá tolerar. Es el denominado TIMING de la entrevista, que es el tiempo propio o personal del entrevistado, que depende del grado y tipo de organización de su personalidad, para enfrentar sus conflictos y para resolverlos.

El instrumento de trabajo del entrevistador es él mismo, su propia personalidad, que entra indefectiblemente en juego en la relación interpersonal con el agravante de que el objeto que debe estudiar es otro ser humano. Al examinar la vida de los demás, se halla directamente implicada la revisión y examen de su propia vida, de su personalidad, conflictos y frustraciones. Cuando queremos ocuparnos de la enfermedad en seres humanos tomados como tales, nuestra ansiedad aumentan, pero al mismo tiempo se debe deponer el bloqueo y las defensas.

El contacto directo con seres humanos, como tales, enfrenta al técnico con su propia vida, su propia salud o enfermedad, sus propios conflictos y frustraciones. Si no gradúa este impacto su tarea se hace imposible: o tiene mucha ansiedad y entonces no puede actuar o bien bloquea la ansiedad y su tarea es estéril. El psicólogo puede oscilar fácilmente entre la ansiedad y el bloqueo, y esto no perturba su tarea siempre que pueda resolver ambos fenómenos en la medada en que aparecen. Una mala disociación con intensa y permanente ansiedad hace que el psicólogo desarrolle conductas fóbicas u obsesivas frente a sus entrevistados y entonces evita realizar entrevistas o interpone instrumentos y tests para evitar el contacto personal y la ansiedad consiguiente.

Otro riesgo es el de la proyección de los propios conflictos sobre el entrevistado y una cierta compulsión a ocuparse, indagar o hallar perturbaciones en la esfera en que las está negando en sí mismo. La rigidez y la proyección conducen a encontrar solamente lo que se busca y se necesita y a condicionar lo que se encuentra tanto como lo que no se encuentra.  

Las personas pueden provocar reacciones contratransferenciales típicas en el entrevistador y éste tiene permanentemente que poder observarlas y resolverlas para poder utilizarlas como información e instrumentos en el curso mismo de la entrevista. Es importante y aún imprescindible que el psicólogo no trabaje aislado, sino que forme por lo menos grupos de estudio y de discusión en los que revea el trabajo que se realiza, para caer en la estereotipa no hay mejor clima que el aislamiento profesional, porque el aislamiento termina por encubrir las dificultades con la omnipotencia.

Para que una persona concurra a una entrevista debe haber llegado a una cierta percepción o insight de que algo no anda bien, de que algo ha cambiado o se ha modificado, o bien se percibe a sí mismo con ansiedad o temores.

Schilder reúne cinco grupos de individuos que concurren al psicólogo:
a)      Los que concurren por quejas corporales
b)      Por quejas mentales
c)       Por quejas debidas a la falta de éxito
d)      Por quejas referentes a dificultades en la vida diaria
e)      Por quejas de otras personas

El que viene tiene un cierto insight o percepción de su enfermedad y corresponde al paciente neurótico, mientras que el psicótico en cambio, es traído. El que no tiene motivos para venir pero viene porque lo han mandado, corresponde a la psicopatía, el que hace actuar a otros y delega en otros sus preocupaciones y malestares. También tenemos el caso de aquel que viene a consultar por un familiar. Se realiza la entrevista con el que viene, indagando su personalidad y su conducta. Si al entrevistado precede un informante, se le debe comunicar que lo que él diga sobre el paciente le será comunicado a este último, anticiparle antes que informe.

El que viene solo es el representante de un grupo familiar esquizoide, en el que la comunicación entre sus miembros es muy precaria: viven dispersos o separados, con un grado acentuado de bloqueo afectivo. Otros son los que vienen varios a la consulta y se tiene que preguntar por quién vienen; es el grupo epileptoide, viscoso a aglutinado, en el cual hay una falta o déficit en la personificación de sus miembros con un alto grado de simbiosis o interdependencia, la persona está demasiado rodeado por un cuidado exagerado a asfixiante.

Otro tipo es el que viene acompañado por una persona, familiar o amigo, que es el caso del fóbico que necesita del acompañante. El caso de los matrimonios cuyas integrantes se inculpan mutuamente de neurosis, infidelidad, etc., la entrevista se realiza con todos los que han concurrido, manejados como un grupo diagnóstico, el técnico actúa como observador participante, interviniendo en momentos de tensión o cuando se interrumpe la comunicación, o para señalar los entrecruzamientos proyectivos.

En los grupos que concurren a la consulta, el psicólogo no tiene por qué aceptar el criterio de la familia sobre quién es el enfermo, sino que debe actuar considerando a todos sus miembros implicados y al grupo como enfermo. El estudio del interjuego de roles y de la dinámica del grupo son los elementos que sirven de orientación para hacer tomar insight de la situación a todo el grupo. En otras oportunidades la familia sólo aparece cuando se ha adelantado en el tratamiento de un paciente y éste ha mejorado o está en vías de hacerlo; la normalización del paciente hace que la tensión del grupo familiar no se descargue y a más a través de él, y aparece entonces el desequilibrio o la enfermedad en el grupo familiar. Existe un fenómeno llamado “el niño equivocado” en el que los padres atraen a la consulta al hijo más sano y sólo una vez que se han asegurado de que el técnico no los inculpa, ni los acusa, pueden hablar o consultar sobre el hijo más enfermo.

En una entrevista el entrevistador debe ser lo suficientemente ambiguo como para permitir la mayor puesta en juego de la personalidad del entrevistado. Existe sin embargo, un marco o un límite en el cual la ambigüedad no debe existir, sino todo lo contrario, en que el límite debe ser mantenido y a veces defendido por el entrevistador; este cubre: tiempo, lugar y rol técnico del profesional. El entrevistador no debe entrar con sus reacciones ni con el relato de su vida, tampoco entrar en relaciones comerciales o de amistad ni pretender ningún beneficio de la entrevista que no sean sus honorarios y su interés científico o profesional. Tampoco usar la entrevista como una gratificación narcisista en la que se juega de mago con un despliegue de omnipotencia.

La necesidad debe limitarse a lo necesario para el beneficio del entrevistado, la petulancia o la actitud arrogante o agresiva del entrevistado no deben ser donadas ni sometidas; no se trata ni de triunfar ni de imponerse al entrevistado. Lo que corresponde es averiguar a qué se deben, cómo funcionan y qué efectos acarrean al entrevistado, el cual tiene derecho a la represión y desconfianza.

Con mucha frecuencia el grado de represión que tenga el entrevistador hacia determinados temas. las preguntas deben ser directas y sin subterfugios, sin segundas intenciones, adecuadas a la situación y al grado de tolerancia del Yo del entrevistado. La entrevista comienza por donde comienza el entrevistado, esto tomando en cuenta todo lo que puede haberle costado decidirse a concurrir a la entrevista y lo que puede significar como humillación y menoscabo para él. El silencio del entrevistado es el fantasma del entrevistador joven, para quien el silencio del entrevistado significa un fracaso o un índice de su impericia. No hay entrevistas fracasadas, toda entrevista aporta datos de importancia sobre la personalidad del entrevistado. Si el silencio total no es lo óptimo en una entrevista, tampoco lo es la catarsis intensa. Con frecuencia el que habla mucho en realidad deja de decir lo más importante, porque el lenguaje no es solo un medio de transmitir información sino también un poderoso medio para evitar la información. La descarga emocional intensa tampoco es lo óptimo.

Para muchos entrevistados la entrevista es la única posibilidad que tiene de hablar lo más sinceramente posible de sí mismo con alguien que  no lo juzgue, sino que lo comprenda. La entrevista diagnóstica es siempre y al mismo tiempo, terapéutica y su primer factor es la comprensión del entrevistador. La interpretación de la entrevista debe estar siempre en beneficio del entrevistado y no la descarga de una ansiedad del entrevistador. Siempre que se interprete, se debe saber que la interpretación es una hipótesis que debe ser verificada o rectificada en el mismo campo de trabajo.

Una entrevista logra mucho si se consigue esclarecer cuál es el verdadero problema que se trae detrás de lo que se trae en forma manifiesta. Toda interpretación fuera de contexto y de TIMING resulta una agresión, y que parte de la formación del psicólogo consiste también en aprender a callar. Y como regla de oro, es necesario callarse cuanto mayor sea la compulsión a interpretar.

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