domingo, 25 de septiembre de 2011

CAPACITACIÓN EN GÉNERO (III)

Otros conceptos importantes a los que tenemos que recurrir al momento de capacitarnos en este tema de género, reconstrucciones, igualdad, respeto, autonomía, del hombre y la mujer son, condición de la mujer, situación de la mujer y el machismo. Una vez que desarrollemos estos tres conceptos, Podremos pasar a uno de los aportes grandes que hizo el feminismo y es la caracterización de la sociedad capitalista, como patriarcal, la cual se sustenta en cuatro pilares y hace que las cosas que he estado escribiendo a lo largo de estas líneas se mantengan, por lo cual cualquier cambio que queramos hacer para lograr la igualdad, respeto, autonomía entre hombres y mujeres debe estar dirigido a lograr el cambio del patriarcado en esencia, no a su acomodación, ni modificación paulatina, sino más bien a un cambio estructural.

Cuando me refiero a la CONDICIÓN DE LA MUJER me refiero fundamentalmente al status de la mujer en la sociedad o lugar que ocupa en ella, este punto es común a todas las mujeres, ya que a nivel general, las mujeres ocupan el mismo lugar de inferioridad a los hombres, es decir se puede ver a la mujer como cautiva de su sexualidad, de sus bienes materiales y simbólicos y, sobre todo de su capacidad de intervenir creativamente en el ordenamiento del mundo.

La SITUACIÓN DE LA MUJER es como cada mujer se encuentra en un determinado sitio en el lugar que vive, (familia, escuela, trabajo, iglesia), por ejemplo la mayoría de las mujeres desarrolla una doble jornada de trabajo (trabajo público y el trabajo de hogar), esto puede variar de una mujer a otra. Es el espacio vital diferenciado por el género que se tiene

Tenemos también el término MACHISMO, que es una sobrevaloración a la condición de tener pene y testículos, lo cual hace que se menosprecie a las mujeres o lo femenino. Desde todo punto de vista tiene una connotación negativa, pues defiende la superioridad del hombre sobre la mujer, como una cosa dada por la naturaleza, inmutable e inamovible. Esto hace que muchos hombres se sientan AUTOAFIRMADOS, por nacer en un género privilegiado, superior, histórico y poseedor de todos los valores, y denigren porque otras personas nacieron de otro género, por el simple hecho de tener vulva y vagina y no pene y testículos como estos.[1]

En este punto y ya a entrando a la recta final de esta exposición es importante explicar e. término PATRIARCADO, que es una organización social caracterizada por la presencia dominante del hombre como padre y líder de la familia sobre otros miembros. La manifestación y la institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y los/as niños/as en general. Este concepto fue utilizado para describir a la sociedad actual en la que vivimos por las feministas.

Con el término patriarcado también se hace referencia a la condición sociológica en que los miembros masculinos de una sociedad tienden a predominar en posiciones de poder; mientras más poderosa sea esta posición, más probabilidades que un miembro masculino retenga esa posición.

Al hablar del patriarcado no se buscan culpables, sino que se trata de comprender por qué pasan muchas de las cosas que les pasan a las mujeres. Y a los varones. Aunque podemos decir, por un lado, que la sociedad es la suma de las actuaciones de cada uno de los individuos que la componen, por otro lado también es verdad que las estructuras sociales influyen en el comportamiento individual, a veces condicionándolo muy fuertemente. Aquí no se sabe bien qué es antes, si el huevo o la gallina, la estructura social o el comportamiento individual. Pero esta es la diferencia entre machismo y patriarcado: mientras que el machismo es una actitud y una conducta (individual o colectiva), el patriarcado es toda la estructura social en la que muy diversos factores se entrelazan y refuerzan mutuamente para hacer posibles las actitudes y conductas machistas: categorías conceptuales, esquemas de percepción, universo simbólico, leyes, costumbres, instituciones, organización económica, educación, publicidad, etc., No hay que olvidar que el patriarcado tiene también un montón de aspectos y consecuencias negativas para los varones[2]

La sociedad patriarcal considera que la mujer carece de relevancia y de valía en comparación con el hombre, y que son éstos los que deben ocupar predominantemente los puestos de mayor poder.

El origen de esta desigualdad está en los pueblos primitivos en donde por las condiciones adversas de la naturaleza y las herramientas precarias de las que disponían, era el hombre el que salía a buscar el alimento, ayudado por su fortaleza física, mientras que la mujer permanecía cuidando de los hijos y con una servidumbre casi permanente a su cuerpo a causa de la menstruación, el embarazo y el parto.

Desde mi experiencia puedo sostener que el Patriarcado se sostiene bajo cuatro ejes muy importantes que son:

Ø Androcentrismo

Ø Homofobia

Ø Sexismo

Ø Heterosexualidad Compulsiva

Ø Misoginia

Al hablar de ANDROCENTRISMO me refiero a que en la sociedad que vivimos todo se ha centrado en el hombre, desde el lenguaje hasta la economía. Es decir, define la mirada masculina en el centro del universo, como medida de todas las cosas y representación de la humanidad, ocultando cualquier otra realidad. El hombre es la referencia y se la mujer es lo otro, en este sentido cualquier cosa que le pase a la mujer termina siendo trivializado, banalizado o no darle la relevancia e importancia que corresponde.

El SEXISMO hace referencia a una lucha permanente y constante de creer o suponer que un sexo es mejor que el otro y usualmente se supone que el masculino es mejor que el femenino. Es una actitud o una acción que disminuye, excluye, discrimina, estereotipa, a las personas de a cuerdo con su sexo, es una tendencia que favorece a un sexo en detrimento del otro. En nuestra cultura patriarcal se favorece al sexo masculino.

La utilización de este concepto indica que la sociedad ya ve las diferencias que inferiorizan al sexo femenino no mas como emanentes de la voluntad de Dios o de un orden natural basado en la biología, sino como el resultado de un tratamiento socio cultural impuesto a las mujeres.

Este sexismo se expresa en las prácticas, los preconceptos y las ideologías que desvalorizan e inferiorizan a un sexo respecto al otro y en nuestra cultura a las mujeres con relación a los hombres.

La HOMOFOBIA nos refiere al rechazo de manera consciente e inconsciente frente a personas que siente atracción afecto erótica hacia personas de su mismo sexo. Esto también se de en personas Gays, Lesbianas Bisexuales y Trans, llevando un agregado que denominado HOMOFOBIA INTERIORIZADA.

Algunos de los elementos o factores que hacen que las personas desarrollen en sus vidas la homofobia se puede deber al hecho de la existencia exclusiva de dos sexos, y eso ni yo ni nadie creo que lo pueda negar. Porque solo tenemos dos sexos uno de vagina y vulva y el otro de pene y testículos, no existen más, o por lo menos yo no los he visto, pero lo cual no significa que no exista diversas maneras sociales – culturales y sexuales de vivir ese ser biológico, que no necesariamente es heterosexual. Entonces las personas bajo ese discurso que solo hay dos sexos erigen un sin fin de objeciones y argumentos en contra de las personas homosexuales.

Quien no ha escuchado, los maricones, homosexuales antes no se los veía, ahora hasta en la tele salen les dan espacio esto es ya la desintegración y decadencia moral de la civilización, dan tanto poder a los/as homosexuales que los responsabilizan de la desintegración de la moral del mundo, cuando deberíamos preguntarnos, cuántos heterosexuales, golpean a sus hijo/a, son infieles, son corruptos, abusan de mujeres, niños/as, ancianos/as y otros hombres por tener el poder centrado en ellos. Cuantos heterosexuales abandonan a sus hijos/as, los golpean, etc. Y sin embargo lo quieren reducir todo el mal social a los homosexuales.


[1] No me incluyo en esta parte y hago la aclaración porque yo al tener un cuerpo biológico con pene y testículos, soy mucho mas que ellos, ya que como digo muchas veces. Soy hombre, pero no por lo que tengo entre las piernas, sino por lo que siento, creo y pienso, y sobre todo por lo que amo y a quien amo.

[2] Mª Luisa Montero García-Celay y Mariano Nieto Navarro, EL PATRIARCADO: UNA ESTRUCTURA INVISIBLE. Julio, 2002

domingo, 18 de septiembre de 2011

CUARTO DÍA (Extracto UNA VIDA CON PROPÓSITO)

CREADOS PARA VIVIR POR SIEMPRE

Esta vida no lo es todo. La vida aquí en la tierra es sólo el ensayo antes de la verdadera actuación. Estarás mucho más tiempo al otro lado de la muerte, en la eternidad, que aquí. En la tierra, como máximo, vivirás cien años, pero en la eternidad vivirás para siempre.

ECLESIATES 3:11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

Tienes un instinto innato que anhela la inmortalidad. La razón de esto es que Dios te hizo a su imagen para vivir eternamente. Aunque sabemos que todos hemos de morir, la muerte siempre parece injusta e ilógica. Pensamos que deberíamos vivir para siempre por la sencilla razón de que Dios ha implantado eso en nuestros cerebros.

La vida terrenal nos brinda muchas opciones, pero la eternidad sólo nos da dos: el cielo o el infierno. Tu relación con Dios en la tierra determinará el tipo de relación que tendrás con él en la eternidad. Si aprendes a amar y a confiar en Jesucristo, el Hijo de Dios, tendrás la invitación para estar toda la eternidad con él. Por otro lado, si rechazas su amor, perdón y salvación, pasarás la eternidad apartado de Dios para siempre.

Una vez que comprendes que la vida es más que vivir el aquí y ahora, que es una preparación para la eternidad, entonces comienzas a vivir de una manera diferente. Cuando vives a la luz de la eternidad, tus valores cambian, y eso te da la pauta de cómo manejar toda la relación, tarea y circunstancia. De repente muchas de las actividades, metas, incluso problemas, que parecían muy importantes, se tornarán triviales, pequeños e insignificantes, como para que les prestes atención. Cuanto más te acercas a Dios, más pequeñas se ven las cosas.

FILIPENSES 3:7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.

La muerte no es tu acabose, más bien es tu transición a la eternidad; de manera que hay consecuencias eternas por todo lo que hagas en la tierra. Todo acto en nuestras vidas toca alguna cuerda que vibrará en la eternidad.

Ya que fui creado para vivir para siempre

¿QUÉ DEBERÍA DEJAR DE HACER, Y QUÉ DEBIERA COMENZAR A HACER HOY?

domingo, 11 de septiembre de 2011

LA MAYORÍA NO SIEMPRE TIENE LA RAZÓN


LA MAYORÍA NO SIEMPRE TIENE LA RAZÓN

(extracto)

La democracia tiene una regla: que mande la mayoría. Pero la mayoría no siempre tiene la razón. Puede estar equivocada y, lo peor, ser injusta con la minoría... El más fuerte persigue al más débil y la mayoría a la minoría. Con la diferencia de que hoy se dispone de medios masivos para hacerlo y los efectos son más devastadores.

La mayoría puede estar equivocada y ser injusta con sus minorías, aunque les acompañe la razón del mayor número y se amparen incluso en la democracia.

Sea por la opinión política, sea por la identidad, en los países democráticos persiste el peligro de trato antidemocrático hacia la minoría y el individuo.

La mayoría en la democracia no es ningún valor en sí mismo. Los valores democráticos son la libertad y la igualdad, a cuyo servicio la democracia no encuentra una regla mejor que la de decisión por el mayor número. La mayoría no es más respetable que la minoría o que uno solo. Se la respeta porque representa la regla de decisión democrática que impide que sólo manden uno a unos pocos. Si la mayoría pone fin a estos valores, se acabó la democracia, por más que se haya respetado su regla.

EDWARD FORSTER “Dos brindis por la democracia; uno, porque ella admite la variedad y, dos porque permite la crítica”

La mayoría democrática no es mayoría por ser los más ni los más fuertes, sino porque así se protege mejor la libertar y la igualdad. Si mandaran sólo uno a unos cuantos, estos dos valores básicos existirían en mucho menor grado y en mucha menos gente que lo hacen en una democracia. La democracia se opone al poder absoluto, incluido el de la mayoría.

Los actos de una democracia no siempre garantizan la libertad y la igualdad que habrían de defender. En este sentido, la mayoría puede a veces no tener razón y su gobierno merecer nuestro desacato. Sólo entonces la desobediencia está justificada. Nos oponemos al poder de la mayoría democrática, pero no a los valores básicos de libertad e igualdad que ella no ha garantizado.

Hay que ser consecuentes y dejar bien claro desde el principio que no nos oponemos a la democracia, sino a los actos de gobierno de la mayoría. Nuestra resistencia debe ser pacífica y tratar de agotar todas las formas legales que la misma democracia establece para ser criticada y puesta a prueba. Y sobre todo, debe estar motivada por la defensa de los valores democráticos, cuya ausencia es justo lo que reprochamos a la mayoría.

En una democracia se trata de saber hasta qué punto gobernantes y gobernados pueden soportar el pensamiento libre, ellos que presumen de libertad de pensamiento, y la igualdad de hecho, tan partidarios como se dicen de la igualdad de oportunidades. A diferencia de las demás, una política democrática siempre está dispuesta a ponerse a prueba. La libertad y la igualdad son su única y permanente prueba de fuego. Superada ésta, el resto de desafíos son más fáciles de resolver.

La mayoría puede intervenir sobre la sanidad y la educación, pero no decidir qué es la salud o la cultura. Puede controlar el bienestar y la ciencia, pero no definir qué son la felicidad y el conocimiento. La libertad y la igualdad no dependen del número de sus partidarios. Cuando la mayoría se empeña en lo contrario, y quiere dictar sobre la identidad y los estilos de vida, lo mejor acaba resultando enemigo de lo bueno. Decidir por mayoría, está al servicio de los valores fundamentales, no éstos a disposición del criterio mayoritario. Si fuera así, no habríamos entendido nada sobre el valor de la democracia.

Ni todo lo decide la mayoría, ni ésta tiene siempre la razón. No basta con opinar, la democracia se funda también en la discusión. Ambas cosas no pueden ser sustituidas por la opinión pública, que en realidad no pertenece ni representa al público, sino a los propietarios de los medios que hablan en su nombre, o que tratan de influirla, mediante anónimas encuestas, dudosos sondeos y artificios audiencias. En ninguna de estas escaramuzas aparecen ciudadanos/as, sino sólo consultados/as o peor espectadores/as. Hay que discutir sobre ideas y programas, sirviéndonos de hechos y argumentos.

La democracia no nos viene dada. Empieza con cada acto en su favor, por modesto que parezca. Y termina cuando renunciamos a ser libres y a ver al otro como un igual.

BIBLIOGRAFÍA

BILBENY, NORBERT. Democracia para la diversidad. Barcelona. 1999