domingo, 30 de junio de 2013

MADRE… OBLIGACIÓN O ELECCION

A lo largo de los años de atender en consulta, al hablar con mujeres muchas veces escuche cosas como… yo no planifique mi hijo/a… me dedique a ser madre antes que mujer… uno primero es madre que mujer, porque los/as hijos/as son primero… me aferre mucho a mi hijo/a… Algo así como que las mujeres tienden a relegar y castigar su vida sexual por un supuesto de que no lograron tener control, y una manera de decir “me equivoque y ahora me dedico a mi hijo/a” lo que a veces sino en la mayoría de los casos termina en relaciones conflictivas y dificultosas entre madres e hijos/as por la sobreprotección.


Esta manera de controlar y regular la sexualidad de las madres mujeres se debe a la cultura en la que vivimos y predominan las representaciones del amor materno como un hecho instintivo, irracional, que se supone se manifiesta desde la infancia de toda mujer. Simone De Beauvoir fue la primera en señalar la maternidad como atadura para las mujeres, al intentar separada de la idealización que colabora a mantenerla como único destino femenino. Niega la existencia del instinto maternal y propone situar las conductas maternales en el campo de la cultura.

Es lamentable como a partir del ser madre, a las mujeres, se les conceda la posibilidad de las relaciones sexuales, pero en el marco del matrimonio, y es así que logran una habilitación para tener relaciones sexuales, pero estás enmarcadas en la reproducción, hacia la maternidad como fin último de vida, minimizando a las mujeres que no logran esta maternidad, tachándolas de incompletas o mujeres que no quieren o no pueden concebir, desmereciendo su capacidad afectiva por no haber sido madres. Y la sanción se incrementa si una mujer es madre soltera, ya que en muchos casos el rechazo comienza en casa, sigue socialmente, sancionándola y recordándole que tuvo relaciones sexuales fuera del matrimonio y por eso está castigada y tiene que esforzarse mucho para reivindicarse. Entonces: el matrimonio otorga a las mujeres el permiso de ser madres, pero de ser madres de hijos/as del esposo; si se descubriera que tiene hijos/as para otro hombre, se le quitarán todos sus derechos como madre, esposa, sumado la crítica y el rechazo social.

Al designar el ser madre como un hecho estrictamente natural, la ideología patriarcal sitúa a las mujeres dentro del ámbito de la reproducción biológica, negando su identidad fuera de la función materna. El deseo de las mujeres no cuenta porque se supone integrado en el orden de los discursos legitimados del sistema patriarcal. El mito del instinto maternal, supuestamente natural e intrínseco, predestina a las mujeres a ser madres para que posteriormente se dediquen con prioridad al cuidado de niños, niñas que den a luz, dejando de lado el ser mujeres, profesionales, activistas, trabajadoras, revolucionarias y si quieren realizar estas actividades, no pueden dejar de lado el ser madres, porque si no serán tachadas de malas madres. Resultando extraño y llamativo que no se encuentra ningún correlato o equivalente similar y de tanto peso social y cultural para el hombre.


Es constante social, cultural y mediáticamente el bombardeo sobre el ser madre; se hace referencia a lo lindo que son los/as hijos/as, la felicidad que traen, pero se olvidan de hablar cuando se enferman, de las horas que la madre pasa cuidando a su hijo/a enfermo/a, mientras el padre duerme, considerando que no es su responsabilidad, no se menciona las necesidades económicas del niño/a, y menos aún de las renuncias que tiene que hacer la mujer al tener un hijo/a, para poder cuidarlo, mantenerlo y educarlo. Es por eso y más que la única que tiene que decidir si quiere ser madre o no es la propia mujer y nadie más, no deben decidir por ella, ni padres, madres, pareja, esposo, concubino, ni las políticas gubernamentales, ni los usos y costumbres, la única para tomar esta decisión es la mujer, ya que de esta manera aseguras que ese niño/a que nazca sea aceptada por su madre y no rechazada o tenida como peso o reflejo de su frustración, en la cual descargara su violencia, como manera de castigar a lo que ella siente que no le permitió ser feliz, y le trunco la vida.

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