domingo, 31 de marzo de 2013

ALGO SOBRE LA SEXUALIDAD DE LOS HOMBRES



A hombres y mujeres la sociedad nos ha ido construyendo para pensar que los testículos y el pene son el atributo masculino por excelencia, la idea de que tenerlos hace la diferencia y marca la “superioridad” de unos sobre otras y otros. El poseerlos impone la violencia, insensibilidad, dureza emocional, el placer es para los hombres las demás son instrumentos para llegar a ese placer, poca demostración de afectos y despreocupación de las demás personas. Generando una visión machista, es decir, un conjunto de actitudes y prácticas aprendidas sexistas vejatorias u ofensivas llevadas a cabo en pro del mantenimiento de órdenes sociales en que las mujeres son sometidas o discriminadas en todos los niveles, además que a los hombres se castra la emocionalidad y solidaridad hacia las demás personas.

La sexualidad se construye a partir del momento de nacimiento y se la experimenta en el transcurso de nuestra vida, hasta que morimos.  A medida que se va creciendo, va llenándose de elementos que la hacen más compleja, y da la oportunidad de decidir sobre nuestro cuerpo, afectos, pase lo que pase. La sexualidad masculina es sometida y confundida por las exigencias, presiones y normas que la sociedad tiene sobre el cuerpo, los varones deben asumir ciertas formas de conducta propias de “su sexualidad” como ser: machista, de heterosexualidad obligatoria, toda manifestación de poder y sexualidad se reduce al coito y al placer genital, devalúa la masturbación y obliga a los hombres a sentir deseo constante hacia las mujeres

La identidad masculina se ha construido históricamente en oposición a la identidad femenina, los comportamientos femeninos son mal vistos en los varones, lo cual es por demás obvio que afectará en su relación y visión de las mujeres, ya que al nacer autoafirmado socialmente, y se lo va educando evitando cualquier comportamiento femenino, existe ya una incorporación de desvalorización de las mujeres. De ahí que sus comportamientos y valoraciones hacia las mujeres sean de minusvalía lo cual obviamente genera relaciones conflictivas de amistad, de pareja y laboralmente con las mismas. Ya que en sus prácticas conscientes o inconscientes se evidenciará esa desvalorización hacia las mujeres.

Otra de las exigencias que el hombre tiene es la de tomar la iniciativa sexual, siendo entrador, hablador y conquistador y no dejar pasar ninguna oportunidad. Se mete en la cabeza de los varones la idea de que las mujeres lo único que quieren es acostarse con él para tener coitos, llegando al extremo del consumo de la prostitución que los hace actuar como un macho, que se sirve del cuerpo de una mujer como recipiente, como objeto, a excitarte sintiendo poder sobre el cuerpo de una mujer. Hay una frase común que el hombre podría decirle a la mujer en las preliminares: "te voy a hacer sentir mujer", o hablando de la relación con ella para un tercero dice: "la rompí toda", si bien trata de referirse a la potencia de su órgano, sólo dice de la condición de su deseo y de la posibilidad de su goce. La hizo pedazos, el hombre goza del cuerpo de la mujer haciéndola pedazos, goza de una parte. Convirtiéndose la sexualidad en un terreno de alta exigencia, no siempre placentero, construida fundamentalmente sobre la genitalidad y la respuesta sexual y es un espacio de alto riesgo de insegurización de la identidad masculina.

Es tiempo de que los hombres comencemos a reflexionar sobre nuestra sexualidad:

Que somos seres integrales y no solamente pene y testículos,

Que no somos hombres por lo que tenemos entre las piernas sino por lo que podemos hacer con  nuestras vidas.

Que la sexualidad por rendición, coito eyaculatoria y focalizado en sí mismo, debe ser reemplazada por una basada en el respeto, conociendo los intereses, deseos de nuestra pareja son válidas y cuando nos dicen No, es no.

Que el consumo de la prostitución es solo un medio de este sistema patriarcal, que nos quiere hacer ver como personas incontrolables sexualmente y justifica infidelidades y violencia.

Que la pornografía no es una herramienta de aprendizaje de la sexualidad, sino la cosificación de hombres y mujeres, su reducción a pene y vagina que hace daño en la vida cotidiana de hombres y mujeres. 

Que el aceptarse con necesidades emocionales puede cambiar el esquema de masculinidad tradicional y crear nuevas formas de relacionarse con las mujeres, en buenos términos de respeto, comprensión, comunicación, conciliación de intereses, abiertos al diálogo, solidaridad y corresponsabilidad.

  


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