domingo, 13 de mayo de 2012

CRITERIOS DE IDENTIFICACIÓN DEL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL


INTRODUCCIÓN 

Las distintas situaciones de conflicto que los niños sufren, dentro de los procesos de separación contenciosa, comparte ciertas conductas, estrategias y consecuencias psicológicas

Campañas de injurias y desaprobación. Una vez el proceso de alienación ha tomado al hijo contra su progenitor, aquel comienza a actuar de modo activo y sistemático en la campaña de injurias, asumiendo un papel en los ataques injuriosos, despreciativos y malintencionados. Los menores tratan a sus progenitores no como a un enemigo, sino como a un desconocido odioso cuya proximidad sienten como una agresión a su persona, apareciendo independientes del progenitor alienador que inició la campaña, en una suerte de culminación del proceso en la que éste ya no requiere de contribución o dirección alguna para desarrollar sus propias actividades de denigración.

Descubrir que su propio hijo es el origen de los ataques provoca en los padres una reacción inicial de estupor. A esa inicial reacción se sucede la rabia por enfrentarse al objetivo tan buscado por su ex – pareja, para pasar finalmente a sentir la frustración cuando se asume que la lucha se ha perdido.
Ante las situaciones que darían indicios de que la campaña de injurias y acoso ha comenzado, es aconsejable que se tome en cuenta toda aquella situación que rompe o se sale de la conducta habitual esperable en el niño hasta ese momento. Todos los padres conocen a sus hijos, qué pueden esperar de ellos y qué no.


LA RECOMENDACIÓN PRINCIPAL A UN PROGENITOR VÍCTIMA DE SAP ES, NO ROMPER NUNCA CONTACTO CON SU HIJO.

Explicaciones triviales para justificar la campaña de desacreditación. Las excusas más frecuentes en víctimas de SAP giran en torno a las obligaciones que sus odiados padres les forzaban a hacer, o a ataques a su independencia y sentimientos hacia ellos. Los niños aprenden argumentos – hechos del pasado, exageraciones de personalidad o carácter del progenitor alienado, episodios de sus vidas en común – a los que recurren una y otra vez. Cuando el profesional pretende hacerles ver el poco sentido de sus respuestas comienza un diálogo  circular sin razón que no concluye nunca.

La ausencia de diálogo es la primera estrategia cuando se establece una relación perversa entre dos personas, ante los deseos de diálogo y entendimiento de una de las partes, la otra no hace sino aprovechar su disposición para solucionar los problemas, tomando sus propias palabras para devolvérselas. “yo no dije eso… me dices mentiroso… tu nunca me has creído …. Lo que yo quería decir, es que…”

Un diálogo así solo puede lograr el agotamiento del deseo unilateral de solucionar la falta de entendimiento, nunca vive para aclarar malentendido o falta de información, ya que no existe intercambio de opiniones o datos. Cuando el SAP está elaborado es común la ausencia total de contacto ocular y el mantenimiento de una excesiva distancia con el p adre alienado. Otra característica es, en el caso de que hay varios menores, sus intentos de mantenimiento de proximidad física y la resistencia a ser separados o a mantener una visita a solas con su progenitor. Los chicos tienden a hacer un bloque unido y sin fisuras ante su odiado padre.

Ausencia de ambivalencia en su odio hacia el progenitor.  Un hijo alienado únicamente es capaz de expresar un sentimiento sobre su odiado progenitor: odio, este muestra un odio sin ambivalencias, sin fisuras ni concesiones, equiparado con el fanatismo terrorista o religioso. La figura del progenitor con que se han aliado surge pura, completa e indiscutible, ante la cual cualquier alegato o afrenta se sirve de modo personal e imperdonable. El progenitor aliado es la salvaguarda del menor, su refugio y cualquier menoscabo es vivido como una afrenta personal imposible de aceptar.

El SAP desarrolla un vínculo psicológico de carácter patológico entre el menor y el progenitor alienador, basado en el dogmatismo, la adhesión más férrea y la falta de reflexión. Sobresale el hecho de que se está educando a sujetos en valores totalmente contrapuestos a lo que, el currículo escolar recoge, basado en odio y dogmatismo produciendo adultos en cuyo abanico de respuestas estos valores ocuparán un lugar preeminente; en el mejor de los casos, si el sujeto no se libera de ese bagaje cultural, repetirá el modelo con sus hijos perpetuando el síndrome y sus consecuencias.

Estos menores, si de adultos tienen la oportunidad de comprobar la realidad de sus relaciones paterno – filiales, van a sufrir el desmoronamiento de la estructura de valores y creencias fundamentales sobre las que se ha sustentado toda su existencia. Son conscientes de que el arquitecto de esa estructura fue su progenitor custodio, la figura fundamental sobre lo que ha girado su vida. Al dolor del desengaño se suma la aceptación final de la culpa. Cuando estos sujetos revisen su pasado incluirán claramente tanto las acciones del padre alienador como sus propias iniciativas, de las cuales – aun conociendo el origen – se culpabilizarán sin reservas. Valores inadecuados, destrucción de creencias estructurales, dolor y culpa es la herencia que tendrán que asumir algún día.

Autonomía de pensamiento. En la expresión del SAP, la autonomía de pensamiento del hijo alienado es condición indispensable para confirmar la culminación del proceso y, de este modo, valorar su intensidad. Muchos hijos llegan a reconocer que uno de sus progenitores realiza comentarios inadecuados del otro, pero no consideran que ello les haya afectado lo más mínimo a su propia construcción de los afectos que expresen ellos mismos hacia este. Una vez que el adolescente ha alcanzado su autonomía en el proceso de denigración, el progenitor alienador está en disposición de adquirir un nuevo papel, pudiendo permitirse disminuir su belicosidad, llegando – en ocasiones extremas – a adoptar ante terceros un papel conciliador.
Una evaluación con un mínimo de profundidad nos permite ver que nada se ha modificado en su cambio de actitud. Y sin embargo, las ganancias sociales son muchas, al dar una imagen de no injerencia, e incluso incomprensión, ante las acciones de su hijo hacia el otro progenitor.

Defensa del progenitor alienador. En el SAP el conflicto surgido entre los progenitores es vivido por el hijo como una consecuencia motivada por razones lógicas y reales, en el cual hay que tomar partido asumiendo la defensa del progenitor alienador, apoyándole de modo consciente. Cuando un hijo asume el papel de aliado de uno de los progenitores se convierte en un guerrero fiel y cruel. Un ataque hacia aquel es vivido como un golpe hacia sí mismo, de modo que, en ausencia del progenitor, es el menor el que asume la responsabilidad de su defensa ante el resto. La defensa del progenitor amado supera toda práctica o intento de razonamiento o prueba.

Ausencia de culpabilidad. La ausencia de culpa ante los sentimientos del padre odiado, es un impermeable que permite a los menores alcanzar los niveles de denigración más irracionales. Lograr, por un lado, denigrar al progenitor odiado y defender al amado es razón más que suficiente para que él mismo justifique su comportamiento. La campaña de denigración y ataque es tanto un fin en sí mismo, como un medio para aportar al progenitor de su vida cotidiana

Escenarios prestados. El hijo adopta como propios y vividos, escenas, pasajes y conversaciones, en primera persona, aun cuando jamás hubiera estado presente cuando ocurrieron o resultaran incoherentes con su edad.

Extensión del odio al entorno del progenitor alienado. El hijo muestra su rechazo no sólo al padre odiado, sino a cualquier otro miembro de la familia y entorno con el cual el progenitor odiado muestre relación de afecto o proximidad. La incapacidad para justificar su actitud, aún más que en el caso de su progenitor, ante los miembros del entorno próximo de éste, suele provocar reacciones de mayor ira en los hijos. Las pérdidas de red social y familiar son infravaloradas, ofreciendo razones inconsistentes y estereotipadas. La justificación última es el alejamiento de cualquier elemento que, por estar en relación con el  progenitor odiado, se convierte en amenaza, o al menos, en objeto desagradable.
La animosidad se extiende a todo aquello que, de un modo u otro, pudiera tener cierta relación con el progenitor odiado, que pasa a ser objeto contaminado del que únicamente se puede esperar algo negativo yal que hay que combatir

EL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL: UNA FORMA DE MALTRATO INFANTIL

El modelo tradicional de familia ha sufrido grandes cambios en los últimos años existiendo en las últimas décadas un gran incremento de separaciones y divorcios. Es importante garantizar el derecho fundamental de los/as menores a relacionarse adecuadamente tanto con su padre como con su madre manteniendo todos sus vínculos. Sin embargo, hay situaciones en las que existen obstaculizaciones por parte de uno de los progenitores a las relaciones de sus hijos e hijas con el otro progenitor que desembocan en el Síndrome de Alienación Parental, una de las formas más sutiles de maltrato infantil, casi desconocida hasta ahora, pero que está cobrando vigencia día a día y que produce un grave daño en el bienestar emocional y en el desarrollo de los menores que lo sufren.

Sea cual fuere el miembro de la pareja (madre o padre) con quien conviva el niño se ha de garantizar la relación con ambos tras la separación; los regímenes de visitas tienen varias e importantes funciones psicológicas para el desarrollo de la infancia; las visitas protegen los derechos del menor de acceso al progenitor no custodio, al igual que los de este último; así mismo, se protege el vínculo emocional entre el niño y sus progenitores, ya que se le proporcionan modelos de rol alternativos y, por último, se permite al progenitor custodio que descanse de su responsabilidad en la crianza.

El problema surge no por el hecho de que los padres, responsablemente, decidan poner fin a su vida en común, sino cuando se hacen partícipes a sus hijos e hijas de los conflictos que ha generado la separación. Entonces los niños se ven inmersos en los problemas de los adultos, tomando partido en el conflicto, pasando a formar parte de los bloques enfrentados, y reproduciendo las disputas de los mayores. En estos casos, la opinión de los menores estará mediatizada, en mayor o menor grado, por el problema en el que están inmersos y por las presiones que están recibiendo.  En determinados casos, es fácil apreciar como el niño adquiere un papel protector del progenitor al que siente como más débil, "el perdedor o el abandonado", ejerciendo una función defensora que no le corresponde. Esta función puede llevarle incluso a rechazar cualquier contacto con el otro progenitor, justificando su postura ante todas las instancias que le pide explicaciones, incluido el Juez. Por otra parte, los menores envueltos en una situación de ruptura familiar conflictiva sufren una aguda sensación de shock, de miedo intenso, teñido todo ello por un sentimiento de profunda confusión, con consecuencias negativas a nivel psicoemocional y conductual. Estos menores presentan, con frecuencia, sentimientos de abandono y culpabilidad, rechazo, impotencia e indefensión, inseguridad, así como estados de ansiedad y depresión y conductas regresivas, disruptivas y problemas escolares.

BIBLIOGRAFÍA
1 José Manuel Aguilar. Síndrome de alienación Parental Hijos manipulados por un cónyuge para odiar al otro Cuarta edición, España 2007
2 El Síndrome de Alienación Parental (SAP) Ningún hijo debe ser tratado como traidor simplemente por amar a ambos padres. http://www.alienacionparental.org/resumen.pdf (última visita 10/03/12)
3 El síndrome de alienación parental: una forma de maltrato infantil. C. Segura1, MJ. Gil2 y MA. Sepúlveda3

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