domingo, 18 de marzo de 2012

SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL

SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL[1]

Para empezar a hablar del Síndrome de Alienación Parental, se centra en su origen, que son los conflictos que surgen entre los padres y los hijos en los procesos de separación contenciosa. El divorcio mejora la adaptación de los niños que vienen de matrimonios enfrentados, pero resulta perjudicial en el caso de los niños cuyos padres antes del divorcio mantenían unas relaciones menos conflictivas. Además, el tipo de conflicto puede ser más nocivo que su frecuencia.

Como introducción sería conveniente leer este comentario de un progenitor alienado:

“Imagina una semana en la que presentas la demanda de divorcio, eres arrestado y falsamente acusado de abuso sexual a tu hijo/a. Imagina también que te ingresan en el hospital con todos los síntomas de una ataque cardíaco. Entonces consideras estos eventos como los más importantes de esa semana. ¿Qué puede ser peor que el divorcio, arresto, cargos de abuso sexual a un menor y síntomas de un ataque al corazón? ¿Qué puede ser peor que perder un hijo/a? Sólo que tu hijo/a no ha muerto. Él o ella está vivo, sano y viviendo a pocos kilómetros de distancia. A pesar de una normal, saludable y querida relación con tu hijo/a sólo hace unas semanas o días, tu hijo/a ahora te odia, se niega a verte o a hablar contigo”. Bienvenido al Mundo del SAP (Opperman, 2004) (Síndrome de Alienación Parental)

Una relación nunca se rompe por culpa de una de las partes en exclusiva. Uno puede acarrear con el mayor porcentaje de razones o responsabilidades, pero la otra no supo cubrir las grietas. Es así que el mutuo reconocimiento de culpas es el primer paso para solucionar una crisis de pareja. Todo lo que sea atribución de culpas, no hace sino aumentar el dolor ante una situación de por sí difícil.

Existen cada vez mayor número de procesos en los que un progenitor, que ostenta la guarda o custodia, predispone mediante distintas estrategias a sus hijos/as contra el otro progenitor, de tal suerte que lo que inicialmente eran sus expresiones, opiniones y relato de hechos negativos son asumidos por los hijos, haciéndolos propios, de modo que llega a considerarlos su elaboración hasta alcanzar un rechazo total a tener todo contacto con el progenitor víctima y, por extensión, a todo lo que representa o está relacionado con él, incluyendo su familia extensa (abuelos/as, tíos/as, primos/as, etc.)

La idea de que un progenitor manipule a sus hijos/as con intención de predisponerlos contra el otro puede resultar fácil de comprender, pero difícil de aceptar. Tira por tierra un conjunto de ideas preconcebidas “una madre/padre solo quiere lo mejor para sus hijos” no sea real en algunos casos, sino todo lo contrario, que pueda llegar a ser la responsable de la generación de una grave patología en sus hijos/as.

Ningún niño/a debería estar obligado a tener que elegir entre sus padres, pero puesto que nuestro mundo es imperfecto, los niños se ven forzados a ello.

En toda ruptura de pareja se ha de producir un conflicto. Este conflicto no tiene por qué adquirir siempre un tinte negativo. Cuando dos personas adultas y formadas advierten que sería un error mantener su relación, la separación adquirirá un carácter de liberación. Y si la situación se prolonga, la escalada de violencia es la vía natural de liberación de la tensión acumulada.

Si en esta situación la pareja no es capaz de tomar las decisiones que gobiernen su vida, se hace necesaria la intervención de la Justicia, intentando tomar decisiones allí donde ellos no son capaces de hacerlo. La recomendación lógica es que el proceso de separación y divorcio fuera lo más sencillo y rápido posible, con objeto de que la nueva situación sea rápidamente asimilada, evitando incertidumbres siempre perniciosas. La experiencia demuestra que el proceso de separación y divorcio es un camino largo lleno de requisitos legales.

El divorcio legal y el divorcio psicológico son dos realidades que se deben aceptar por separado. Cuando una pareja decide separarse comienza a divorciarse psicológicamente. Allí donde percibía su vida acompañado del otro se instala la visión de sí mismo y su entorno de modo independiente. El divorcio legal no es sino un refrendo a esa decisión. Pero ocurre en ocasiones que pareciera que el divorcio psicológico no se da en algunas parejas, prolongándose el desacuerdo a través de los hijos, elementos permanentes cuando ya todo está segregado, como único resto de lo que fue una vida en común.

En esta situación no se da una resolución de la crisis de la pareja, sino un cambio de escenario – con nuevas reglas y la participación de profesionales socialmente elegidos – en donde el conflicto sigue llevándose a cabo y los hijos se ven abocados, de modo consciente o a través de estrategias de manipulación, a tomar partido. En un principio se desarrolla el conflicto de lealtades que es el proceso del cual la lealtad hacia uno de los progenitores implica la deslealtad hacia el otro. Los menores sufren el dolor de verse empujados a tener que posicionarse, precisamente por aquellos que más debieran salvaguardar su integridad.

En ocasiones aparecerán los insultos directos o las frases mal intencionadas y críticas dando paso al proceso de sufrimiento del conflicto. En momentos en donde el proceso legal está ocupando el tiempo de los padres; cuando la frustración de uno u otro, cansada por el otro miembro o cansada por el trabajo u otra circunstancia, haga que el progenitor responsable pierda la compostura delante de sus hijos/as.

Los/as hijos/as son reclutados por uno de los progenitores como parte del bagaje que usará contra el otro. Es entonces cuando se introducen estrategias, sutiles o groseras, que inundan al menor. Llegaran las falsas acusaciones de agresión sexual o los obstáculos para que se lleven a cabo las visitas. Cualquier oportunidad será aprovechada con ensañamiento “parece que tu padre/madre se hubiera olvidado que tiene un/a hijo/a”

Los/as hijos/as aquí son objeto que arrojarse. Cuando ya nada queda que lanzarse, siempre están ellos. En la última fase de este sufrimiento los niños/as ya no necesitan que su progenitor le incite al enfrentamiento; serán ellos, con argumentos y situaciones que en otro momento fueron prestados, los que generarán nuevas provocaciones, en una campaña de denigración y acoso hacia el otro progenitor, que observa con rabia e impotencia como su ex - pareja habla por boca de su hijos/as. Es entonces cuando el Síndrome de Alienación Parental ha culminado.

Los efectos devastadores de la alienación sobre los hijos se manifiestan en todos los aspectos de su vida, no solamente en el afectivo. Las consecuencias van mucho más allá del propio entendimiento de lo que les está sucediendo y de su inmadurez con respecto a las relaciones. Los hijos alienados son traicionados por uno de sus padres, especialmente por quien los cuida y debería protegerlos. Por quien les proporciona bienestar ya que dependen física y emocionalmente de él. Cuando los hijos son alienados, llegan a creer que sus necesidades no son importantes, que no valen más que los deseos del padre alienador. Este mensaje se graba en la mente de los hijos, pues quien los cuida les roba su ser, su autonomía y el amor hacia el otro progenitor. También llegan a creer que el sentimiento de amor y la obediencia hacia uno de los padres sólo pueden demostrarlos con odio y hostilidad hacia el otro. [2]

DEFINICIÓN DEL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL

SÍNDROME. Conjunto de síntomas característicos de una enfermedad. Conjunto de fenómenos que caracterizan una situación determinada

ALIENACIÓN. Proceso mediante el cual una persona o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición. Resultado de ese proceso

Desde el punto de vista psicológico es un estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia identidad. Es un trastorno caracterizado por el conjunto de síntomas que resultan del proceso por el cual un progenitor transforma la conciencia de sus hijos, mediante distintas estrategias, con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con el progenitor, hasta hacerla contradictoria con lo que debería esperarse de su condición.

Richard Gadner “Un trastorno que surge principalmente en el contexto de las disputas por la guarda y custodia de los niños. Su primera manifestación es una campaña de difamación contra uno de los padres por parte del hijo, campaña que no tiene justificación. El fenómeno resulta de la combinación del sistemático adoctrinamiento (lavado de cerebro) del p adre/madre y de las propias contribuciones del niño dirigidas a la denigración del progenitor objetivo de esta campaña”

El diagnóstico de Síndrome de Alienación Parental se realiza en tanto represente la sintomatología en el niño, no en el grado en el cual el alienador ha intentado inducir el desorden.

Gardner consideraba que esta campaña se inicia con un “lavado de cerebro” de los niños por parte de un progenitor y los hijos acaban haciendo suyas las manifestaciones que les han inculcado. Entiende Gardner que en el SAP hay tres circunstancias ineludibles para su ocurrencia:

– Tiene que haber aportaciones del niño al rechazo, no únicamente mensajes de lavado de cerebro del adulto.

– Debe descartarse la existencia de un abuso real, que lógicamente haría incompatible la determinación de un SAP

– Además el SAP constituye en sí mismo una forma de abuso emocional infantil que debe tener en cuenta el tribunal.

Otro aspecto que empezó a aparecer en los casos conflictivos de divorcio eran las denuncias de abuso sexual por parte de un progenitor, con el consiguiente impacto social y legal y que se fue incrementando con los años. Es crucial reconocer esto, porque el SAP frecuentemente aparece asociado con falsas acusaciones de abuso sexual u otras formas de abuso psíquico o emocional por parte del otro progenitor.

Un punto importante a considerar es que las críticas puedan ser reales. No es necesario que adquieran un carácter injustificado y/o exagerado. Ya que una de las estrategias más usadas por el progenitor alienador es el acto de manipular los acontecimientos o palabras reales, torciéndolas en su interés hasta hacerlos irreconocibles. Lo cierto es que no existe mejor estrategia que la deformación malintencionada de la verdad, de tal modo que sea muy difícil, discriminar qué parte es cierta y cuál inventada.

Existen 3 distintos tipos de situaciones relacionadas con la interferencia en el régimen de visitas:

1. INTERFERENCIA GRAVE. Postura no sistemática, que adopta el progenitor custodio mediante la cual se niega a la práctica de las visitas, de modo directo o mediante estrategias pasivas, motivado por un enfado con el otro progenitor debido a una cuestión puntual. (impago de pensiones)

2. EL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL. Es la intención expresa de un progenitor, a cargo de la guarda y custodia del menor, por enfrentar a éste en contra del otro progenitor, de modo que el hijo llegue a elaborar una actitud de enfrentamiento injustificado con aquel.

3. SÍNDROME DE LA MADRE MALICIOSA. Intento de la progenitora de castigar a su ex – marido, sin justificación interfiriendo en el régimen de visitas y acceso del padre a los niños, con un patrón estable de actos maliciosos contra éste, sin que este comportamiento se justifique por otro trastorno mental, aunque se pueda presentar simultáneamente.

La conciencia de los menores surgida de los procesos elaborados por el progenitor alienador se concibe como propia, el hijo se reviste de una personalidad que cree autoelaborada, de tal suerte que resulta impermeable a las influencias de los demás, dotándose de todo aquel recurso necesario para mantener su sistema de valores y creencias con objeto de aislar las posibles influencias

[1] José Manuel Aguilar. Síndrome de alienación Parental Hijos manipulados por un cónyuge para odiar al otro Cuarta edición, España 2007

[2] El Síndrome de Alienación Parental (SAP) Ningún hijo debe ser tratado como traidor simplemente por amar a ambos padres. http://www.alienacionparental.org/resumen.pdf (última visita 10/03/12)

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