INTRODUCCIÓN
Las distintas
situaciones de conflicto que los niños sufren, dentro de los procesos de
separación contenciosa, comparte ciertas conductas, estrategias y consecuencias
psicológicas
Campañas de injurias y desaprobación. Una
vez el proceso de alienación ha tomado al hijo contra su progenitor, aquel
comienza a actuar de modo activo y sistemático en la campaña de injurias,
asumiendo un papel en los ataques injuriosos, despreciativos y
malintencionados. Los menores tratan a sus progenitores no como a un enemigo,
sino como a un desconocido odioso cuya proximidad sienten como una agresión a
su persona, apareciendo independientes del progenitor alienador que inició la
campaña, en una suerte de culminación del proceso en la que éste ya no requiere
de contribución o dirección alguna para desarrollar sus propias actividades de
denigración.
Descubrir que
su propio hijo es el origen de los ataques provoca en los padres una reacción
inicial de estupor. A esa inicial reacción se sucede la rabia por enfrentarse
al objetivo tan buscado por su ex – pareja, para pasar finalmente a sentir la
frustración cuando se asume que la lucha se ha perdido.
Ante las
situaciones que darían indicios de que la campaña de injurias y acoso ha
comenzado, es aconsejable que se tome en cuenta toda aquella situación que
rompe o se sale de la conducta habitual esperable en el niño hasta ese momento.
Todos los padres conocen a sus hijos, qué pueden esperar de ellos y qué no.
LA
RECOMENDACIÓN PRINCIPAL A UN PROGENITOR VÍCTIMA DE SAP ES, NO ROMPER NUNCA
CONTACTO CON SU HIJO.
Explicaciones triviales para justificar la
campaña de desacreditación. Las excusas más frecuentes en víctimas de SAP
giran en torno a las obligaciones que sus odiados padres les forzaban a hacer,
o a ataques a su independencia y sentimientos hacia ellos. Los niños aprenden
argumentos – hechos del pasado, exageraciones de personalidad o carácter del
progenitor alienado, episodios de sus vidas en común – a los que recurren una y
otra vez. Cuando el profesional pretende hacerles ver el poco sentido de sus
respuestas comienza un diálogo circular
sin razón que no concluye nunca.
La ausencia de
diálogo es la primera estrategia cuando se establece una relación perversa
entre dos personas, ante los deseos de diálogo y entendimiento de una de las
partes, la otra no hace sino aprovechar su disposición para solucionar los
problemas, tomando sus propias palabras para devolvérselas. “yo no dije eso… me dices mentiroso… tu
nunca me has creído …. Lo que yo quería decir, es que…”
Un diálogo así
solo puede lograr el agotamiento del deseo unilateral de solucionar la falta de
entendimiento, nunca vive para aclarar malentendido o falta de información, ya
que no existe intercambio de opiniones o datos. Cuando el SAP está elaborado es
común la ausencia total de contacto ocular y el mantenimiento de una excesiva
distancia con el p adre alienado. Otra característica es, en el caso de que hay
varios menores, sus intentos de mantenimiento de proximidad física y la
resistencia a ser separados o a mantener una visita a solas con su progenitor.
Los chicos tienden a hacer un bloque unido y sin fisuras ante su odiado padre.
Ausencia de ambivalencia en su odio hacia
el progenitor. Un hijo alienado
únicamente es capaz de expresar un sentimiento sobre su odiado progenitor:
odio, este muestra un odio sin ambivalencias, sin fisuras ni concesiones,
equiparado con el fanatismo terrorista o religioso. La figura del progenitor
con que se han aliado surge pura, completa e indiscutible, ante la cual
cualquier alegato o afrenta se sirve de modo personal e imperdonable. El
progenitor aliado es la salvaguarda del menor, su refugio y cualquier menoscabo
es vivido como una afrenta personal imposible de aceptar.
El SAP
desarrolla un vínculo psicológico de carácter patológico entre el menor y el
progenitor alienador, basado en el dogmatismo, la adhesión más férrea y la
falta de reflexión. Sobresale el hecho de que se está educando a sujetos en
valores totalmente contrapuestos a lo que, el currículo escolar recoge, basado
en odio y dogmatismo produciendo adultos en cuyo abanico de respuestas estos
valores ocuparán un lugar preeminente; en el mejor de los casos, si el sujeto
no se libera de ese bagaje cultural, repetirá el modelo con sus hijos
perpetuando el síndrome y sus consecuencias.
Estos menores,
si de adultos tienen la oportunidad de comprobar la realidad de sus relaciones
paterno – filiales, van a sufrir el desmoronamiento de la estructura de valores
y creencias fundamentales sobre las que se ha sustentado toda su existencia.
Son conscientes de que el arquitecto de esa estructura fue su progenitor
custodio, la figura fundamental sobre lo que ha girado su vida. Al dolor del
desengaño se suma la aceptación final de la culpa. Cuando estos sujetos revisen
su pasado incluirán claramente tanto las acciones del padre alienador como sus
propias iniciativas, de las cuales – aun conociendo el origen – se
culpabilizarán sin reservas. Valores inadecuados, destrucción de creencias
estructurales, dolor y culpa es la herencia que tendrán que asumir algún día.
Autonomía de pensamiento. En la
expresión del SAP, la autonomía de pensamiento del hijo alienado es condición
indispensable para confirmar la culminación del proceso y, de este modo,
valorar su intensidad. Muchos hijos llegan a reconocer que uno de sus
progenitores realiza comentarios inadecuados del otro, pero no consideran que
ello les haya afectado lo más mínimo a su propia construcción de los afectos
que expresen ellos mismos hacia este. Una vez que el adolescente ha alcanzado
su autonomía en el proceso de denigración, el progenitor alienador está en
disposición de adquirir un nuevo papel, pudiendo permitirse disminuir su
belicosidad, llegando – en ocasiones extremas – a adoptar ante terceros un
papel conciliador.
Una evaluación
con un mínimo de profundidad nos permite ver que nada se ha modificado en su
cambio de actitud. Y sin embargo, las ganancias sociales son muchas, al dar una
imagen de no injerencia, e incluso incomprensión, ante las acciones de su hijo hacia
el otro progenitor.
Defensa del progenitor alienador. En el
SAP el conflicto surgido entre los progenitores es vivido por el hijo como una
consecuencia motivada por razones lógicas y reales, en el cual hay que tomar
partido asumiendo la defensa del progenitor alienador, apoyándole de modo
consciente. Cuando un hijo asume el papel de aliado de uno de los progenitores
se convierte en un guerrero fiel y cruel. Un ataque hacia aquel es vivido como
un golpe hacia sí mismo, de modo que, en ausencia del progenitor, es el menor
el que asume la responsabilidad de su defensa ante el resto. La defensa del
progenitor amado supera toda práctica o intento de razonamiento o prueba.
Ausencia de culpabilidad. La ausencia
de culpa ante los sentimientos del padre odiado, es un impermeable que permite
a los menores alcanzar los niveles de denigración más irracionales. Lograr, por
un lado, denigrar al progenitor odiado y defender al amado es razón más que
suficiente para que él mismo justifique su comportamiento. La campaña de
denigración y ataque es tanto un fin en sí mismo, como un medio para aportar al
progenitor de su vida cotidiana
Escenarios prestados. El hijo adopta
como propios y vividos, escenas, pasajes y conversaciones, en primera persona,
aun cuando jamás hubiera estado presente cuando ocurrieron o resultaran
incoherentes con su edad.
Extensión del odio al entorno del
progenitor alienado. El hijo muestra su rechazo no sólo al padre odiado,
sino a cualquier otro miembro de la familia y entorno con el cual el progenitor
odiado muestre relación de afecto o proximidad. La incapacidad para justificar
su actitud, aún más que en el caso de su progenitor, ante los miembros del
entorno próximo de éste, suele provocar reacciones de mayor ira en los hijos.
Las pérdidas de red social y familiar son infravaloradas, ofreciendo razones
inconsistentes y estereotipadas. La justificación última es el alejamiento de
cualquier elemento que, por estar en relación con el progenitor odiado, se convierte en amenaza, o
al menos, en objeto desagradable.
La animosidad
se extiende a todo aquello que, de un modo u otro, pudiera tener cierta
relación con el progenitor odiado, que pasa a ser objeto contaminado del que
únicamente se puede esperar algo negativo yal que hay que combatir
EL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL: UNA
FORMA DE MALTRATO INFANTIL
El modelo
tradicional de familia ha sufrido grandes cambios en los últimos años existiendo
en las últimas décadas un gran incremento de separaciones y divorcios. Es
importante garantizar el derecho fundamental de los/as menores a relacionarse
adecuadamente tanto con su padre como con su madre manteniendo todos sus
vínculos. Sin embargo, hay situaciones en las que existen obstaculizaciones por
parte de uno de los progenitores a las relaciones de sus hijos e hijas con el
otro progenitor que desembocan en el Síndrome de Alienación Parental, una de
las formas más sutiles de maltrato infantil, casi desconocida hasta ahora, pero
que está cobrando vigencia día a día y que produce un grave daño en el
bienestar emocional y en el desarrollo de los menores que lo sufren.
Sea
cual fuere el miembro de la pareja (madre o padre) con quien conviva el niño se
ha de garantizar la relación con ambos tras la separación; los regímenes de
visitas tienen varias e importantes funciones psicológicas para el desarrollo
de la infancia; las visitas protegen los derechos del menor de acceso al
progenitor no custodio, al igual que los de este último; así mismo, se protege el
vínculo emocional entre el niño y sus progenitores, ya que se le proporcionan
modelos de rol alternativos y, por último, se permite al progenitor custodio
que descanse de su responsabilidad en la crianza.
El
problema surge no por el hecho de que los padres, responsablemente, decidan
poner fin a su vida en común, sino cuando se hacen partícipes a sus hijos e
hijas de los conflictos que ha generado la separación. Entonces los niños se
ven inmersos en los problemas de los adultos, tomando partido en el conflicto,
pasando a formar parte de los bloques enfrentados, y reproduciendo las disputas
de los mayores. En estos casos, la opinión de los menores estará mediatizada,
en mayor o menor grado, por el problema en el que están inmersos y por las
presiones que están recibiendo. En
determinados casos, es fácil apreciar como el niño adquiere un papel protector
del progenitor al que siente como más débil, "el perdedor o el
abandonado", ejerciendo una función defensora que no le corresponde. Esta
función puede llevarle incluso a rechazar cualquier contacto con el otro
progenitor, justificando su postura ante todas las instancias que le pide
explicaciones, incluido el Juez. Por otra parte, los menores envueltos en una
situación de ruptura familiar conflictiva sufren una aguda sensación de shock,
de miedo intenso, teñido todo ello por un sentimiento de profunda confusión,
con consecuencias negativas a nivel psicoemocional y conductual. Estos menores presentan,
con frecuencia, sentimientos de abandono y culpabilidad, rechazo, impotencia e
indefensión, inseguridad, así como estados de ansiedad y depresión y conductas
regresivas, disruptivas y problemas escolares.
BIBLIOGRAFÍA
1 José Manuel
Aguilar. Síndrome de alienación Parental Hijos manipulados por un cónyuge para
odiar al otro Cuarta edición, España 2007
2 El Síndrome
de Alienación Parental (SAP) Ningún hijo debe ser tratado como traidor
simplemente por amar a ambos padres. http://www.alienacionparental.org/resumen.pdf
(última visita 10/03/12)
3 El síndrome
de alienación parental: una forma de maltrato infantil. C. Segura1, MJ. Gil2 y
MA. Sepúlveda3
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