Cuando el psicólogo planifica la
batería de tests que utilizará puede incurrir en dos errores; alargar
excesivamente el proceso o acortarlo en demasía. El proceso psicodiagnóstico
debe ser lo suficientemente amplio como para comprender bien al paciente, pero
al mismo tiempo no debe excederse porque esto implica una alteración en el
vínculo psicólogo – paciente. En esto tiene que ver el tipo de relación
predominante entre ambos. Si predominan elementos negativos en el vínculo, el psicólogo puede optar por continuar la relación administrando otros tests, para
ver si la relación mejora.
Esto contrariamente a lo que se
espera, puede empeorar la relación. Si el vínculo ha sido positivo puede
prolongar la finalización del psicodiagnóstico, en sentido como una pérdida que
no tolera. En ambos casos, por la culpa que le produce la separación, culpa
relacionada con aspectos infantiles propios no elaborados (51) En términos
generales la batería de test proyectivos puede requerir entre 2 y 4
entrevistas. En algunos casos el psicólogo ve al paciente sólo una vez, que son
casos extremos, por lo que se debe hallar la duración adecuada.
Cuando la batería de tests se
prolonga más de lo debido es porque el psicólogo predomina la sensación de
impotencia frente al paciente. Esto facilita la fantasía de que lo que ocurre
es algo tan serio o complicado que lleva al psicólogo a una exploración
intensiva. La fantasía sería la de tener algo raro, complicado y difícil de
captar. Formándose con el psicólogo una pareja de tipo voyeurista –
exhibicionista resultando así distorsionada la dosis y calidad de curiosidad
que el psicólogo debe utilizar para cumplir con eficiencia su rol. (52)
Si se prolongan las entrevistas para
administrar muchos tests, perdura el temor a ser hurgado. Si predominó la
idealización en ese vínculo prolongado, el paciente llegará a la terapia con la
fantasía de ser tan interesante, agradable o seductor que nadie puede
desprenderse de él. (53)
En el caso de los niños y
adolescentes si el psicólogo concede entrevistas, aparentemente con el fin de
reunir datos que permitan una mayor comprensión del paciente, operando con el
prejuicio de que cuanto más detallada sea la biografía, mejor lo comprenderá.
Olvida que un vínculo así de prolongado con los padres puede convertirse en una
psicoterapia breve de pareja, donde los padres lo manejan a él, estableciendo
con ellos una alianza distorsionante en la medida en que se posterga el
contacto con el hijo. Lo aconsejable, es señalar a esos padres la necesidad de
contar con un profesional que los escuche y oriente al margen de lo que haga
falta para el hijo, si bien obtienen un cierto beneficio secundario (seudo
alivio proveniente de actuaciones, evacuaciones, etc.) están procediendo al
servicio de sus propias resistencias por cuanto el psicólogo debe (o debería)
centrarse en otro punto (el hijo).
En cuanto a los padres que tratan
de retener al psicólogo podemos afirmar la existencia de sentimientos de celos
y rivalidad frente al hijo que se quedará con el psicólogo, vivido como
representante de una pareja – papá – mamá -
buenos. Ellos pasan a ocupar el lugar de hijos necesitados. Todo esto se
confirma si, en la devolución, los padres lo evidencian en la dinámica misma de
la entrevista o solicitando nuevas entrevistas. Generalmente verbalizan que
algo no les ha quedado claro, que necesitan conversarlo más que hay algo más de
qué hablar.
Si los padres demuestran
ansiedad, se aceptan y se propone una entrevista para ayudarlos a elaborar la
ansiedad. Pero no se trata de mantener esta actitud indefinidamente (54) ya que
lejos de sanear la situación traída a la consulta la complica aún más. Intentan
retener más y más al psicólogo porque quieren mostrarle que son buenos padres,
tratan de justificarse y lo viven como un superyó paterno – materno que exige
interminables explicaciones acerca de lo que han hecho o dejado de hacer. (55)
Para planificar una batería es
necesario pensar en tests que recojan el mayor número de conductas posibles de
manera que se pueda comparar un mismo tipo de conducta disparada por distintos
estímulos o instrumentos y diferentes tipos de conductas entre sí. Es muy
importante discriminar la secuencia en que se administrarán los tests elegidos.
Debe establecerse en función de dos factores: la naturaleza del test y la del
caso en cuestión.
El test que moviliza una conducta
acorde con el síntoma nunca debe adminsitarse primero un test verbal a un
tartamudo o uno de inteligencia a una persona que consulta por dificultades o
un desiderativo a un depresivo, esquizofrénico, moribundo o anciano para
quienes la vivencia de muerte es algo tan presente. Utilizar esos tests en
primer término supone colocar al paciente en la situación más ansiógena o
deficitaria sin el previo establecimiento de una relación adecuada. Es por eso
que se recomienda reservar los tests más ansiógenos para las últimas
entrevistas de modo tal que el paiente no utilice toda su energía en controlar
la persecución así incrementada (56)
El desiderativo no se debe
incluir como primero y último test (como primer test enfrentaría al paciente
con la muerte desde el inicio, como último test podría interferir en la
elaboración depresiva que implica la separación) Los tests gráficos son los más
adecuados para comenzar un examen psicológico, a menos que el paciente presente
serios trastornos orgánicos, graves alteraciones del esquema corporal,
dificultades en el uso de las manos, etc.
Los tests gráficos al abarcar los
aspectos más disociados, menos, sentidos como propios, permiten que el paciente trabaje más aliviado. El hecho de
haber salido indemne de esa primera prueba alivia al paciente modifica las
fantasías con que ha llegado respecto del examen psicológico y deja como saldo
favorable la disposición a establecer un buen rapport con el psicólogo.
La conducta gráfica guarda una
estrecha relación con aspectos infantiles de la personalidad y, según como sea
el tipo de vínculo que el paciente guarda con esos aspectos, se sentirá
tranquilizado o irritado por la tarea propuesta. Si esta conducta fue normal en
la infancia, la reacción será de alivio o agrado. Si la asocia con dificultades
de algún tipo, reaccionará con comentarios de autojustificación, autocríticas o
críticas hacia el psicólogo.
Dentro de los tests gráficos es
necesaria la inclusión de distintos contenidos en cuanto al tema solicitado,
comenzando por los de tema más ambiguo hasta llegar a (57) los más específicos: dibujo libre, DFH,
Pareja, HTP, familia. Si queremos extraer de los tests gráficos toda la riqueza
que brindan, es importante administrarlos en forma sucesiva constituyendo un
todo que nos permita la comparación intertest gráficos, sin la interferencia de
estímulos que movilicen otros tipos de conductas y de asociaciones (como pueden
ser el deisderativo o el phillipson)
A través de la secuencia de tests
gráficos podemos apreciar si el sujeto se organiza o se desorganiza cada vez
más, reflejan los aspectos más estables de la personalidad, los más difíciles
de modificar. Comparar la producción del paciente en los distintos gráficos es
un recurso que brinda elementos diagnósticos y pronósticos adicionales respecto
de los que da cada test por separado (58)
Sobre los test de inteligencia su
inclusión en la secuencia de la batería no puede ser arbitraria, pues se corre
el riesgo de traer aparejadas consecuencias desfavorables tanto para el
diagnóstico como para la relación psicólogo – paciente, por lo que es
preferible ubicarlo al final de la batería de tests proyectivos
PARA ADOLESCENTES Y ADULTOS
- Entrevista
- Dibujo Libre
- DFH
- Familia
- HTP
Si se presume problemas de
madurez o lesión orgánica puede usarse el Bender
- Rorscharch
- Desiderativo
- Test de relaciones objetales
- Phillipson
NIÑOS
- Entrevista
- Hora de juego diagnóstica
- Rorscharch
- Desiderativo
- CAT
- Phillipson
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