domingo, 13 de noviembre de 2011

DISTORSIONES COGNITIVAS (II)

  1. FALACIA DE JUSTICIA. El sujeto cree que por una relación causal entre su comportamiento y el de los otros por “justicia” este otro debiera actuar de forma A – B de acuerdo con el sujeto. “Si…entonces…”. El problema aparece cuando se cree que el otro no actúa como yo creo, o como “debería de hacerlo” “Porque yo hago esto, el otro debe hacer este otro”

Consiste en la costumbre de valorar como injusto todo aquello que no coincide con nuestros deseos

  1. RAZONAMIENTO EMOCIONAL. Sentimientos que genera una persona necesariamente son verdades, lo que se asocia a ellos es real, asociado aspectos negativos. Lo que siento tiene un correlato directo con la realidad.

Consiste en creer que lo que la persona siente emocionalmente es cierto necesariamente. Las emociones sentidas se toman como un hecho objetivo y no como derivadas de la interpretación personal de los hechos “si me siento así.. es porque soy… o ha ocurrido….”

  1. FALACIA DE CAMBIO. Cree que algún otro va a cambiar a partir de lo que él haga y a partir de esto, su relación mejorará, presionan para que la otra persona cambie (se da bastante en relaciones afectivas)

Consiste en creer que el bienestar de uno mismo depende de manera exclusiva de los actos de los demás. La persona suele creer que para cubrir sus necesidades son los otros quienes han de cambiar primero su conducta, ya que creen que dependen solo de aquellos “Si cambiaría… yo podría…”

  1. ETIQUETAS GLOBALES. El sujeto a partir de una experiencia o cognición, genera una etiqueta de los otros, el cual lo generaliza hacia todos los que tendrían parecido o relación con esté “todos son…”

Consiste en poner un nombre general o etiqueta globalizadora a nosotros mismos o a los demás casi siempre designándolos con el verbo “Ser”. Cuando etiquetamos globalizamos de manera general todos los aspectos de una persona o acontecimiento bajo el prisma del ser, reduciéndolo a un solo elemento. “soy un…”; “Es un…”; “Son unos…”

  1. CULPABILIDAD – CULPABILIZACIÓN. El sujeto se siente culpable por todo lo que sucede o en su caso señalan a otro como culpable. “por tu culpa…”; “Me han destruido y…”Las personas con depresión apuntan a la autoculpabilidad y negativo.

Consiste en atribuir la responsabilidad de los acontecimientos bien totalmente a uno mismo, bien a otros, sin base suficiente y sin tener en cuenta otros factores que contribuyen a los acontecimientos. No lleva a la persona a cambiar de conducta sino solo a darle vueltas a los malos actos “mi culpa…”; “Su culpa…”

  1. DEBERÍAS. El sujeto asume que determinadas cosas situaciones, el sujeto considera que las cosas son de una sola manera. Exigencia elevada hacia sí mismos, pueden ser comportamientos rituales, bajo la concepción de que “deberían”

Consiste en el hábito de mantener reglas rígidas y exigentes sobre como tienen que suceder las cosas. Cualquier desviación de esas reglas u normas se considera intolerable o insoportable y conlleva alteración emocional extrema: “Debería de…”.Producen emociones extremas y trastornos y los deseos personales derivados de las creencias racionales pueden producir malestar cuando no se consiguen, nos marca un solo camino rígido.

  1. TENER RAZON. Siempre tiene la razón, considera a los demás tontos, porque no tienen la razón los argumentos contrarios. Si argumentan no les da validez o los anula

Consiste en la tendencia a aprobar de manera frecuente, ante un desacuerdo con otra persona, que el punto de vista de uno es el correcto y cierto. No importa los argumentos del otro, simplemente se ignoran y no se escuchan. “Yo tengo la razón…” “Se que estoy en lo cierto…”

  1. FALACIA DE RECOMPENSA DIVIANA. Todo lo que sucede tendrá recompensa en otra vida, o será recompensando en esta vida, de alguna manera

Consiste en la tendencia a no buscar solución a problemas y dificultades actuales suponiendo que la situación mejorará “mágicamente” en el futuro, o uno tendrá una recompensa en el futuro si la deja tal cual. El efecto suele ser el acumular un gran malestar innecesario, el resentimiento y el no buscar soluciones que podrían ser factibles en la actualidad “el día de mañana tendré recompensa”. “Si hago hoy… mañana…”


Para realizar terapia con cada una de estas distorsiones se puede tomar en cuenta los siguientes puntos:

1. Usar argumentos, historias que pueda tener cercanía con el sujeto que puede ser real o imaginario (descentrarlo = no lo vea desde su óptica, sino desde otro) para que lo identifique
2. Que las reconozca en sí mismo
3. Racionalizarlo, verlo objetivamente
4. Por efecto de 1 y 3 se producirán cambios

Las distorsiones se dan:

Toda conclusión responde a una premisa mayor y menor. La persona debe darse cuenta que una de las mismas está equivocada, si logra reconocerlo, percibirlo, entonces podrá cambiar su conclusión de aquello que le produce estrés y por lo tanto sufrimiento.

Con esto se genera confrontación en el sujeto, en sus conclusiones, encontrar la premisa que está fallando, lo que le lleva a preguntar ¿por qué? ¿quién? ¿dónde? Nos ayuda a clarificar lo que el otro está pensando y se cuestione lo que está pasando, lo más importante es que él se cuestione.

En terapia no se puede trabajar con todos los discursos, se busca uno por uno

domingo, 6 de noviembre de 2011

INTRODUCCIÓN VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

ANTECEDENTES

Cuando el modelo social está impregnado de egoísmo, autoritarismo, avasallamiento, simulación, se está cimentando las bases de una sociedad violenta. Bajo estas condiciones es de esperar una asimetría en las relaciones humanas, en las cuales uno es el dominador y otro el dominado.

Se establecen pautas de comportamientos, pautas específicas, que sé habitualizan. Estas pautas determinan roles o formas de comportamiento, que van desde el nacimiento del ser humano y sé interrelacionan con el orden social y cultural. Toda cultura tiene una configuración sexual definida, tiene sus propias pautas de comportamiento. Este orden social es un producto del hombre, realizado en el curso de su externalización, no se da ni deriva de datos biológicos, existe únicamente por la actividad humana, no forma parte de la naturaleza de las cosas y no puede derivar de leyes de la naturaleza, este surge de las necesidades del hombre.

A través de la institucionalización del Orden Social, el individuo educa (socializa), a las nuevas generaciones, mientras más se institucionalizan las decisiones y el comportamiento más previsible y más controlado se vuelve el individuo. El individuo comienza a gestar su personalidad y sus pautas de comportamientos conforme al medio, la familia, la escuela, el estado y la religión. Es decir el hombre adquiere normas de conducta o pautas de comportamiento que las introyecta en su vida, entonces se hace difícil en ciertos comportamientos o actos poder cambiar las costumbres.

Es así que nuestra sociedad se organizó una forma de supervivencia según una división social de las labores que renovó la ideología de la inferioridad femenina. El hombre saldría a la calle a buscar trabajo, a luchar por el poder, a discutir sus ideas y proyectos. El hogar aislado y tranquilo sería el lugar en el que la mujer desarrollaría las tareas de mantenimiento cotidiano y la crianza de los hijos. Allí el hombre encontraría el refugio, comodidad y muchos servicios que ya no tendría que compartir, pues él vendría cansado de la calle. La salida del hombre de la economía hogareña para pasar al ámbito industrial y comercial, separó los sexos y los identificó según el sitio de trabajo, dando origen a otro mito: " Cosas de hombres-Cosas de mujeres".

El género masculino asumió el espacio externo como propio, la competencia laboral, y la responsabilidad principal de responder a las necesidades familiares trabajando duro. Así el desempeño del hombre fuera de la casa, o sea en lo público logró éxitos, este desempeño comenzó a ser una medida de masculinidad, ser un verdadero hombre consistía en ganar plata y mantener bien la familia, con lo que comenzó a gestar el poder masculino.

El género femenino quedó asociado con lo doméstico y lo privado. La mujer quedó confinada a la casa, los niños y las labores consideradas femeninas, negarse a ello es exponerse a ser censurada por una grave falta social.

MUJER MALTRATADA

Varios son los factores que han contribuido a que los contornos del fenómeno se expongan a la luz pública denunciado por la mujer, diversos son también los elementos que ayudan a que el silencio de la víctima sea un obstáculo en la búsqueda de vías de solución para numerosos casos de violencia contra las mujeres.

Entre los elementos que se mantienen en la mujer en silencio sobre el maltrato que ésta sufriendo, se pueden contar diversos procesos paralizantes relacionados y generado por el miedo, la percepción de una ausencia de vías de escape o salida por parte de la víctima, y la carencia de recursos alternativos, sobre todo en el caso de mujeres con hijos que no vislumbra, por causas variadas, un apoyo externo viable.

Sin embargo, mujeres que trabajan o tienen cierta independencia económica, continúan en relaciones donde sufren violencia. Estas mujeres, que desarrollan actividades, siguen conviviendo con agresores, y no intentan abandonar la relación. Al contrario este tipo de mujeres más independientes, tienden a desarrollar un vínculo más afectivo y más fuerte con el agresor, retirando sus denuncias, defendiendo sus razones, o deteniendo procesos judiciales en marcha al declarar a favor de sus agresores antes de que sean condenados.

Algunos teóricos, explican estos acontecimientos apelando a claves afectivas o emocionales que aparecen en el contexto del entorno traumático. Han descripto un escenario en el que dos factores, el desequilibrio del poder y la intermitencia en el tratamiento bueno-malo, generan en la mujer maltratada el desarrollo de un lazo traumático que la une con el agresor a través de conductas de docilidad. El abuso crea y mantiene en la pareja una dinámica de dependencia debido a su afecto asimétrico sobre el equilibrio de poder, siendo el vínculo traumático producido por la alternancia de refuerzos y castigos.

Es la incertidumbre asociada a la violencia repetida e intermitente un elemento clave en el camino hacia el desarrollo del vínculo, pero no su causa única. Se da en estas relaciones un tipo de estado disociativo que lleva a la víctima a negar la parte violenta del comportamiento del agresor, mientras desarrolla un vínculo con el lado que percibe más positivo, ignorando así sus propias necesidades y volviéndose hipervigilante ante las de su agresor.

Un aspecto que pudiera parecer paradójico es que este silencio no siempre correlaciona con mujeres económica o socialmente dependientes de sus parejas sentimentales, sino que a veces mujeres que podrían ser autosuficientes en el terreno laboral o personal continúan en el domicilio o contexto de convivencia de la pareja donde están siendo maltratadas, alimentando así una extraña dinámica de traumáticas consecuencias.

Así comenzando las primeras agresiones durante el noviazgo o los meses iniciales del matrimonio, lo usual es que el escenario de violencia se prolongue durante años hasta que la mujer es capaz de reaccionar o uno de los miembros de la pareja muere. (generalmente la mujer)

INFLUENCIA CULTURAL

A las mujeres en esta sociedad se les enseña para ser sumisas ante los hombres, aunque también existen hombres con estas características. La persona que ha aprendido a someterse, intenta agradar al otro, dándole normalmente lo que la persona que tiene más poder pide. Toda su atención, se centra en la otra persona, en el bienestar del otro y en satisfacer todos sus deseos. Puede sacrificar todas sus actividades, relaciones personales, amistades, formas de comportamiento por los deseos del otro. Su mayor demostración de amor, olvidarse de sí mismo/a y atender a los demás. El mayor temor de la persona sometida es que la abandonen, que la rechacen, ya que no ha aprendido a valorarse a sí misma, sino que ha aprendido a mirar fuera de sí misma y depende del reconocimiento del poderoso para valorarse

Así mismo la persona que domina, depende de la persona a la que somete, ya que se nutre de su admiración y reconocimiento. Sin la aprobación y el reconocimiento de la otra persona, no es “nadie”. La persona sometida le ofrece diferentes servicios (cocinar, limpiar, lavar, sexo cuándo y cómo lo desee etc.) La persona dominante ocultará su dependencia hacia la otra persona, pero en el fondo sentirá lo mismo que la persona que se somete: miedo intenso al rechazo y al abandono.

Estas relaciones donde predomina la dependencia afectiva, donde el amor es condicionado, donde no se entiende a la libertad individual como parte de la relación amorosa, son un peligroso caldo de cultivo para que se brote la violencia intrafamiliar. Se habla de desigualdad respecto a las relaciones de poder y de control (del amor, sexo, dinero, relaciones sociales, trabajo, cuerpo, forma de vestir)

El germen de la violencia comienza con una relación desigual, donde uno tiene la razón y el otro se la tiene que da, está en la obligación de dársela.

La persona que adquiere el papel de indefensa, siente que es lo mejor que puede hacer en ese caso para demostrarle a la otra persona que le quiere y que se interesa de verdad por ella. El hecho de no protestar, de no ser asertiva, de no defender sus propios intereses es reforzado por una palmada en la espalda “Sé buena y haz lo que te digo…”

A los hombres en general (también pueden ser mujeres) se les ha enseñado a mandar. Culturalmente están predeterminados a dominar, a sentirse con derecho a poseer a la mujer y “hacerla suya”. Dependen de ellas para sentirse fuertes, para sentirse hombres, como le han enseñado que debe sentirse un hombre. Se hace presente la rabia de no valerse por ellos mismos y se manifiesta la violencia oculta y exigente que genera tensión y sufrimiento entre las personas.

En las relaciones de codependencia se da lo que se ha denominado “Mercantilismo afectivo”, si tú me das lo que necesito, te daré amor y reconocimiento, si no me das lo que quiero te rechazaré e incluso te odiaré, y es aquí donde aparece la violencia. En una pareja que se base en la dependencia afectiva todo irá bien mientras uno mande y otro obedezca, si no es así, la cosa empezará a ir mal. Puede que el mande, si no le obedecen se enfade y agreda verbal o físicamente al otro.

En la dependencia afectiva, aparece una baja autoestima por parte de la persona violentada, un complejo de inferioridad y sobre todo una falta tremenda de responsabilidad personal. Falta de riesgo a la hora de tomar decisiones e inseguridad personal.